Estudiantes de Hungría comparten cómo su pasantía en la UC cambió su visión de la vida

16 de Diciembre 2024

Blanka y Noemi son dos estudiantes provenientes de Hungría que llegaron a Chile para realizar una pasantía de tres meses en la carrera de Pedagogía en Educación Especial del Programa Interfacultades UC, sin saber lo que les esperaba ni cómo esta experiencia transformaría su forma de ver la vida.

Una oportunidad inesperada

“Recibimos un correo electrónico de la persona encargada de los intercambios universitarios de Erasmus, donde daba a conocer la posibilidad de hacer una pasantía en el extranjero, entonces pensamos ¿Por qué no intentarlo?” comenta Blanka Illés.

Blanka y Noemi son alumnas regulares de la Facultad András Pető de la Universidad Semmelweis de Budapest, donde estudian las bases de la pedagogía conductiva para reducir los trastornos motores de origen neurológico producidos por diversas lesiones del sistema nervioso central. Esta universidad, al igual que la Pontificia Universidad Católica de Chile, forman parte del convenio Erasmus+, lo cual posibilitó llevar a cabo este y otros intercambios.

“El rol de las becas Erasmus+ es fundamental en la vinculación con Europa, permitiendo conectar a estudiantes, académicos y profesionales a través de la investigación, la colaboración, el intercambio de conocimiento y diversas visiones del mundo. Estas iniciativas impulsan nuevas formas de pensar el quehacer de las instituciones de educación superior en Chile desde una perspectiva global”, destaca la Vicerrectora de Asuntos Internacionales UC, Lilian Ferrer.

Primeras impresiones

Pese a que ambas estudiantes no tenían plena certeza de cómo iba a ser su plan de estudios, ya que tanto su carrera en Hungría como Pedagogía en Educación Especial UC son experiencias relativamente nuevas, sí tenían una gran expectativa frente a lo significativo y enriquecedor de la experiencia que estaban a punto de vivir.

“Para mí fue una sorpresa que esta sea la universidad más famosa y la mejor de toda Latinoamérica. Nos gusta que aquí la gente sea tan flexible, donde pese a no manejar tan bien el español, nos hicieron un programa de estudios en el que podemos participar, más allá de todas las fronteras lingüísticas”, nos dice Blanka.

Y es que tras algunas semanas participando en diversas actividades, las estudiantes provenientes de Hungría ya podían constatar algunas particularidades del sello formativo de la UC. “En Hungría tenemos prácticas cada dos semanas, pero aquí, cada clase es casi una práctica. Es como si experimentaras al mismo tiempo lo que estudias en el aula. Es realmente genial”, indica Noemi Juhász. Además, la estudiante enfatiza que otro de los aspectos que más le llamó la atención en las dinámicas locales fue la cercanía entre docentes y alumnos: “Se siente como si los profesores y los estudiantes fueran parte de un solo equipo y es increíble que no haya esas jerarquías”.

“Tal vez deberíamos comenzar algo similar en Hungría”

No obstante, la experiencia de la pasantía de ambas estudiantes fue mucho más allá de las aulas de clases, ya que tuvieron la oportunidad de trabajar estrechamente con personas con discapacidad cognitiva a través de las artes aplicadas y la expresión corporal.

Para Victor Romero-Rojas, Coordinador de Investigación y Desarrollo Académico del Centro UC Síndrome de Down y Director Ejecutivo de Fundación Mawen, la experiencia de las estudiantes en estas organizaciones les permitió desafiar los enfoques tradicionales de enseñanza., situando el cuerpo y el movimiento como herramientas clave para la comunicación y la expresión. “Estos nuevos desafíos metodológicos permiten a las estudiantes experimentar el uso del espacio, la improvisación y el contacto corporal, fomentando un entorno en el que la creatividad y la empatía se convierten en pilares fundamentales para el aprendizaje”, asegura Romero-Rojas.

Lo anterior, es respaldado por las alumnas de intercambio, quienes consideran que estas experiencias fueron muy enriquecedoras ya que no existen muchos lugares donde las personas con discapacidad o personas con síndrome de Down puedan socializar. “Mi parte favorita de la semana fueron los lunes por la noche en UC Down, donde había una clase de baile con adultos que tienen síndrome de Down y es tan mágico, este ambiente me hace sentir tan feliz y estamos tan conectados por todos estos ejercicios. Realmente quiero hacer algo así en casa o simplemente llevar a todo el grupo a Hungría”, asegura Blanka.

Es tal el impacto positivo que tuvo en ellas el ser parte en estas organizaciones, que ambas llegan a ilusionarse con la idea de poder desarrollar iniciativas similares en su país: “Tal vez deberíamos comenzar algo similar en Hungría”, indica Noemi, a lo que Blanka contesta con un seguro “Sí”.

La mentalidad como un valioso aprendizaje

Tras una experiencia de intercambio, muchas personas podrían pensar que los aspectos más destacados serían las materias o conceptos aprendidos, sin embargo, para Blanka y Noemi lo más importante de su paso por Chile fue conocer una nueva mentalidad.

“Experimentamos cómo podemos aprender de un modo más eficiente. Las clases no tienen por qué ser que los profesores nos digan qué debemos estudiar y escribir, escribir y escribir. Aquí hay una conexión, se hablan entre sí y es muy útil aprender, eso me encanta. Y sí, la mentalidad es lo mejor que hemos aprendido aquí”, comenta Blanka.

 ¿Es recomendable realizar una pasantía en la UC?

Al ser consultadas por si recomendarían esta experiencia a otros estudiantes, Noemi es categórica: “Ahora tenemos una vida completamente nueva aquí. Tenemos nuevos amigos, es un ambiente muy cariñoso, muy seguro y todos nos cuidaron desde el principio. Creo que es la mejor experiencia de mi vida y nunca la olvidaremos”.

Por su parte, Blanka comenta “No creo que haya otro tipo de respuesta a esto porque toda nuestra vida ha cambiado, honestamente, no vamos a volver siendo las mismas personas que cuando vinimos aquí”.

De esta manera, es posible constatar lo trascendente que puede llegar a ser el participar en instancias de colaboración internacional, abriendo puertas para el intercambio de conocimientos y culturas. “Estábamos hablando de que cuando nos vayamos, tal vez dejemos una parte de nosotras aquí, aunque en realidad, creo que es lo contrario, estamos llevándonos un poco de Chile de vuelta a nuestros hogares”, reflexiona Blanka.